Máxime cuando el señor Klopp le dio un apretón, se hizo caquita por la pata abajo y quitó a Lewandowski con 1-0. Que más que por el cambio en sí, es por el mensaje que dio al equipo rival: estoy cagado, no me llega la camisa al cuello y árbitro, la hora. Bueno, aunque ya está casi todo dicho del partido de ayer, cuando Sergio Ramos (extraordinario ayer en todos los sentidos, y si hizo 7 faltas de tarjeta amarilla era porque ayer tocaba hacerlas) marcó el segundo gol, yo estaba convencido de que iban a pasar.